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25 de octubre de 2014

Lo siento, pero no todo es la RAE

Muchas son las noticias y artículos encontrados en la red tras la presentación de la vigésimotercera edición de nuestro maravilloso diccionario; ese omnipotente al que todos adoran por tener la verdad absoluta de nuestra lengua materna y al que todos aplauden por la cantidad de nuevas acepciones que acaba de incorporar.

Pues lo siento, pero seré de los pocos que esperan aún más de nuestro más conocido diccionario, emblema de nuestro idioma. Debo reconocer la inmensa labor que han hecho las veintidós corporaciones integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) que han contribuido en esta nueva edición así como su ímpetu por enriquecer el diccionario, modernizarlo y hacerlo más coherente; pero a mí no me basta. 

Tras trece años de la vigésimo segunda edición (fue publicada en 2001), nuevos son los conceptos que aparecen en esta nueva entrega. No dudo de  la importancia de ser coherentes con los tiempos que corren. Sin embargo, y para desgracia de muchas, el diccionario de la RAE sigue siendo un emblema para el machismo intrínseco de nuestra lengua, que por lo que parece, los académicos no están muy por la labor de mejorar debido a la imperiosa necesidad de discutir sobre conceptos más importantes como los de amigovio, cultureta y friki. Como podemos ver, si analizamos brevemente el diccionario, los conceptos machistas que aparecían allá por 2001 hoy, en 2014, siguen estando ahí.  Y si no me creen echen un vistazo a la sexta acepción de femenino, periquear, babosear, madre, gozar, mujer o huérfano. 

Diccionario alternativo sin la RAE

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